El nuevo documental de Gustavo Leonel Mendoza se sostiene por estar centrado en una figura fascinante: Francisco Piria, quien fuera un visionario en el país hermano de la República Oriental del Uruguay. Sin embargo, algunos problemas en la construcción del documental deslucen lo que sin duda es un titánico trabajo de investigación.
Francisco Piria alternó entre ocupaciones tan variadas como la literatura fantástica, la comercialización de productos aún más fantásticos, la publicidad, la política y la práctica de la alquimia. Aunque su verdadera pasión fue el desarrollo turístico, para lo cual creo la obra de su vida: Piriápolis, ciudad propia devenida en paraíso balneario uruguayo todavía en funcionamiento.
El principio del documental es, quizás, lo más meritorio de Ciudadano Piria, ya que establece una comparación con el personaje ficcional Charles Foster Kane, aquel sujeto inasible del Ciudadano Kane de Orson Welles. Utiliza los mismos planos con los que está construída aquella obra y a medios de comunicación de la época para reconstruir la figura de este enigmático hombre de negocios. Allí donde Mendoza arriesga una lectura sobre Piria, el film se convierte en algo interesante. Pero luego sigue por los derroteros tradicionales del Documental: un orden cronológico para presentar al ciudadano e intertítulos que separan en temas.
Le juega en contra el bajo presupuesto ya que es evidente que no hubo un buen trabajo de postproducción: sonido, color y texturas desparejas distraen al espectador de un tema que por sí sólo es atrapante. En las entrevistas hubiera sido apreciado un poco de dirección para que los entrevistados no superpusieran sus voces. Hacia el final el orden se vuelve confuso, los temas que no habían sido abordados son retomados volviendo el visionado de la película un poco tedioso. En fin, problemas del orden técnico y de dirección deslucen muchas horas de investigación.
Comentarios
Publicar un comentario