"Un método peligroso" de David Cronenberg

Por Rocío Mariel González

La última película de David Cronenberg contiene al menos un elemento neurálgico de su poética: lo monstruoso como núcleo de lo humano manifestado en lo corpóreo. Así se podía ver en La mosca (1986), Pacto de amor (Dead ringers , 1988), Madame Butterfly (1993) o Promesas del este (2008), donde en diferentes niveles aparecía una anomalía en el nivel del cuerpo (deformaciones, transformaciones, tatuajes, etc.) que venía a dar cuenta de una ‘anomalía’ interior.

Aquí el tema en principio parece alejado, ya que se trata de la relación amorosa y profesional entre Carl Jung (Michael Fassbender) y Sabina Spielrein (Keira Knightley), una paciente histérica con preferencias sexuales masoquistas. Sin embargo, en las actuaciones de Knightley de los brotes histéricos, el cuerpo se muestra como un ente con voluntad propia, incontrolable, con rictus deformados. Y desde lo discursivo aparece la misma noción, un cuerpo que se excita involuntariamente frente a determinadas situaciones. Por allí, en una descripción del sueño aparece una criatura viscosa que le balbucea cosas incomprensibles al oído y se adhiere a su espalda, que remite de manera casi inmediata a los monstruos de Cronenberg.

Un método peligroso (A dangerous method, 2011) trabaja muy fuertemente con el género epistolar (ya desde los créditos) para reconstruir no sólo la relación entre Freud (Viggo Mortensen) y Jung, sino todo un contexto de época acerca del mundo académico-científico, el rol de las mujeres en la sociedad, la cuestión religiosa, el advenimiento de la primera guerra mundial y posteriormente del nazismo. La lucha por el poder es el eje conductor de todos estos temas: en lo académico asistimos a la disputa entre Freud (con su teoría sobre el inconsciente y la sexualidad) y Jung (defensor de los arquetipos y el inconsciente colectivo); en lo sexual la práctica sado-masoquista es también una pelea acerca de lugares de poder; asimismo en lo familiar, los roles de la mujer y el hombre son trabajados desde la óptica de espacios que se ceden y otros que son intocables (la mujer de Jung puede soportar pasivamente que haya amantes, pero no así ser dejada por ellas).

Pese a todo el rigor histórico de una película de reconstrucción de época, no se busca una caricatura de los personajes: curiosamente Freud fuma habanos y no pipa, y este elemento es trasladado al personaje de Jung, a quien se lo ve fumando por primera vez en su primer encuentro con el padre del psicoanálisis. Allí hay un subtema sobre la fijación oral (su apetito desmedido en la mesa y en el estudio y bar, el fumar pipa, el hablar durante 13 horas seguidas, etc.)

Un método peligroso cuenta con un guión donde cada pieza y escena está justificada y donde las temáticas que desde siempre lo preocuparon como autor están allí presentes para quien las quiera encontrar.

Comentarios