Esta película que está en la Competencia Latinoamericana es interesante desde varios puntos de vista. En primer lugar porque nos encontramos con dos actuaciones excelentes de Leonardo Sbaraglia y Dolores Fonzi. Luego, porque es el primer largometraje de ficción de este director egresado del ENERC y con este primer paso, pisa fuerte.
La historia es mínima y desde su sencillez construye un entramado de relaciones complejas: Elisa y Santiago son un joven matrimonio que compran una antigua casa de campo para alejarse de la vida de ciudad y criar a su hija Martina de un año y medio en un ambiente más tranquilo y natural. Lo que comienza como la descripción de situaciones anodinas, se transforma en un relato perturbador, con elementos del suspenso y del terror, para mostrar el desgaste de la pareja.
En la presentación el director contó que este guión, coescrito con su esposa, es muy personal, ya que la idea surgió en un momento similar al que viven los personajes, y que la idea era reflexionar acerca de los cambios que sufre una pareja con la llegada de un hijo, pero fundamentalmente con el tema de la incomunicación: cómo a veces se cree que hay un proyecto en común cuando en realidad no se registra el deseo del otro.
El espacio abierto del campo, pero a la vez cerrado (hay una cierta sensación de encierro, del medio que influye en las personalidades)es simplemente el detonador de una situación previa que el espectador va descubriendo mientras se adentra en este universo propuesto por Belón. El relato se completa con las actuaciones de Juan Villegas y Pochi Ducase, que interpretan a un matrimonio de ancianos, caseros del nuevo hogar, que funcionan como una suerte de proyección futura de la joven pareja.
El campo es una película sobre la construcción de fantasías y el enfrentamiento con la realidad. Un relato sostenido por las actuaciones (realmente es destacable el detallismo de cada personajes en los gestos mínimos como servir la mesa o abrazar al otro)y un guión bien pensado.
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