Obra: "Terra" en IMPA fábrica cultural

Sábados a las 21 hs.
Centro Cultural IMPA – La Fábrica
Querandíes 4290


Actor: Javier Medina
Dirección: Griselda Neno Galarza
Dramaturgia: Grisel Nicolau, Javier Medina y Griselda Neno Galarza


Por Rocío Mariel González

Paradójicamente Terra sucede en el agua: un mar hecho de retazos de telas y recipientes enlozados llenos de líquido sobre los que flota un baúl. Desde allí Javier Medina construye una multiplicidad de personajes, donde el principal es un militar tratando de regresar a su patria.

Tomando como ejes temáticos los tópicos de La Odisea de Homero (el regreso a la Patria, la guerra, la muerte, el engaño, la traición) la obra reflexiona acerca de los discursos construidos y repetidos sobre la necesidad de matar al enemigo, esto es, al que piensa diferente a ese discurso hegemónico de turno. En este sentido, el no-lugar y no-tiempo de la obra (propios de los universos míticos como La Odisea) pueden de todas maneras remitirnos a un aquí y ahora.

Medina, integrante del grupo El soporte, dirigido por Eduardo Misch (quien se encarga aquí de la iluminación), realmente se luce en un trabajo actoral que implica el cambio de estados de ánimo en breves períodos de tiempo, manejar varios personajes simultáneamente y un entrenamiento corporal para generar una sensación de movimiento y de alturas en un espacio muy reducido (acciones todas que ya se podían apreciar en Dirección contraria).
El uso del espacio escénico es realmente genial. Uno de los grandes aciertos es la iluminación que crea un relato propio pero acorde a lo que se nos cuenta desde la palabra y nos focaliza la mirada de un modo casi cinematográfico, como haciendo primeros planos sobre lo que desea llamar la atención.

Como siempre, la elección del centro cultural IMPA -que es uno de los espacios realmente off dentro de la escena teatral porteña- no es un dato menor. Implica un público compuesto en su mayoría por intelectuales de izquierda que rápidamente pueda hacer la asociación con la historia de dictaduras argentinas. El final de la obra es claramente un lugar incómodo para los espectadores, puesto que hay una mirada que nos interpela, y un parlamento que tiende puentes hacia un futuro que repite discursos del pasado.

Terra no es una obra pasatista y para un espectador pasivo: exige una audiencia atenta, ágil, preocupada y comprometida. Pero si uno acepta ese pacto, si decide emprender ese viaje, llega al otro extremo habiendo reflexionado junto a los creadores acerca de  la creación colectiva de monstruos humanos dedicados a la matanza, porque nuestro pensamiento nunca fue dialéctico. Aniquilar al enemigo es una propuesta que se repite tanto desde la izquierda como de la derecha política, la repite la ama de casa y el empresario, el joven estudiante y el jubilado. Y siempre está latente la reaparición de un(os) hombre(s) que lleve(n) a cabo la tarea. 

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