Cine y Aulas


Por Gabriel Sorrentino

Si se trata de pensar una escena, me interesa pensarla en contraposición. Y es que haciendo un rastreo de films que aborden la temática de lo que sería un profesor fuera del agua (un pez fuera del aula, en lenguaje cinematográfico), es decir, un docente que debe actuar en un medio que le es desconocido o por lo menos un medio que se supone que debería ser diferente a lo que es, la filmografía es rica. Uno podría hacer un seguimiento de cómo era pensado el encuentro con la otredad.

La primer película que generalmente vine a la mente de algún que otro sábado de superación por el 11 es Al maestro con cariño (To sir with love, 1967) pero si se quiere llegar a la que tal vez dio origen a todas estas películas, tendríamos que pensar en Blackboard jungle de 1955 cuya traducción literal vendría a ser "la jungla de pizarrón". Es interesante porque la palabra jungla connota selva, salvajismo: un escenario de supervivencia para el docente que debe afrontar ese territorio. Por otro lado, blackboard es pizarrón pero en inglés black significa negro, connota oscuridad. Aquí se la conoció con el título mucho más maniqueo de Semillas de maldad.

La película empieza con una leyenda: “nos preocupa cuando la delincuencia entra en las aulas” llamando a la reflexión. Pero previamente se encarga de aclarar que los EEUU son un país privilegiado en cuanto a su sistema educativo. Un tren pasa al ritmo de Billy Haley y sus cometas abriendo la escena de un suburbio en la ciudad, chicos mojándose en la calle y adolescentes con caras de pocos amigos bailando el Rock and Roll. Hace falta verlo para no olvidar que el rock era una expresión de rebeldía. Como lo sería el Rap en la película Mentes peligrosas (Dangerous Mind, 1995).

Glenn Ford interpreta a un docente novato, ex marine del ejército, que padecerá a su alumnado en un heroico intento educativo. Aquí el docente intentará establecer alianzas con un joven -Sydney Poitier- creyéndolo, según sus propios prejuicios raciales no reconocidos, el líder de la clase. Tardará en descubrir que el verdadero boicoteador es un alumno de tez blanca llamado Artie.

Es de observarse que nos encontramos en 1955, mismo año de Rebelde sin causa (Rebel witout a cause, 1955), interpretada por James Dean, que había sabido ser adolescente confundido y torturado mezcla de Marlon Brando y Montgomery Clift, en Al este del paraíso (East of Eden, 1955). James es para el historiador Eric Hobsbawn el ícono que se transformará en los años sesenta en el “héroe cuya vida y juventud acaban al mismo tiempo”. Ya casi nadie parece recordar que en esa película Sal Mineo muere en manos del brazo armado del Estado, por portación de un revólver de juguete, lo que parecería ser una verdadera premonición del gatillo fácil.

Pero Blackboard jungle, es mucho menos psicologista que Rebelde sin Causa, la cual terminaría con un padre prometiéndole al hijo, James Dean, ser tan fuerte como éste necesitara que fuera. Allí parecería operar cierta lógica del cajón y la manzana podrida, dado que la expulsión de Artie y su compañero y su internación en un reformatorio, coronará el final de la película con todos los alumnos volviendo al cauce. Este mecanismo podría denominarse, siguiendo a Cristina Corea, el Meta discurso Estatal, “que es meta porque funciona como puente que permite trasladarse, transferirse cómodamente de una institución a otra”. La escuela, la cárcel, la familia, el reformatorio son instituciones “donde las prácticas, las subjetividades producidas, los discursos y las posiciones de enunciación son equivalentes”. Es un medio sólido hasta para Artie West que también encuentra su lugar.

Mas allá de esta simplificación, existen ciertos momentos memorables como cuando el pulcro de Glenn Ford le dice “negro” a Poitier, o mejor aún cuando Artie increpa a su profesor, fuera del colegio, cuando éste intenta detener un asalto perpetuado por sus alumnos diciéndole que afuera esta era su clase, allí el poseía el saber, y le da a entender que él no iba a dejarse atrapar por el Gobierno para que lo usara para ir a una guerra. Tremenda ironía si el que nada más ni nada menos que lo interpreta es el mismísimo Vic Morrow.

Y no sólo en ese discurso, también está el profesor irónico y un tanto cínico que le da consejos al resto de sus colegas de cómo manejarse con esos chicos: "Nunca les des la espalda”, o el mismo Glenn cuando autocuestiona su poder de transformación en dicha institución, y el lugar social del docente haciendo una comparación del sueldo con el resto de los otros trabajos. Estas reflexiones anticipan de alguna manera ciertas escenas que veremos en Entre los muros (Entre les murs, 2008), por ejemplo, cuando un profesor entra en escena a la sala de profesores totalmente descolocado, vociferando que no quiere enseñarles mas, que son animales. Pero ya llegaremos a eso.

El film trata de dar una visión esperanzadora. En un momento desolador Glenn Ford visita a su viejo maestro quien lo lleva por una visita guiada por una escuela de clase media, con alumnos muy aplicados, que le recuerda al espectador que América es grande y que esos niños son sólo una parte de la realidad, y que el sistema educativo goza de salud. Después de todo no dejan de ser los años felices del Estado benefactor, pero a pesar suyo, muestra que algunas cosas no cierran o que por lo menos parecen no cerrar. Sorprende lo actual que nos resultan ciertas actitudes de los estudiantes cuando las comparamos con nuestra realidad, cuando abordamos una escuela en donde asisten personas que se encuentran en la zona de vulnerabilidad o de desafiliación.

Años más tarde, el actor que interpreta al alumno que fuera encaminado por Glenn Ford para que no deje los Estudios, Sidney Poitier, encarnará el rol de docente en la película inglesa Al maestro con cariño. No se trata de una remake, ni siquiera del mismo personaje, pero es como si hubiera una continuidad entre ambas películas. Como si aquel joven de Blackboard jungle se hubiera vuelto ingeniero para luego trabajar de maestro. Sólo que estamos en los locos sesenta, y si bien resulta extremadamente naif y su bajada de línea insoportable al lado de Blackboard jungle, lo cierto es que la impronta cultural de aquella década se siente en la película.

Mientras Glenn Ford interpretaba a un personaje que intenta formar su familia nuclear y se siente frustrado por no poder lograr concebir un hijo, no aparece esta preocupación en Poitier. Y es que precisamente como dice Hobsbawm en Historia del siglo XX ”en la mitad del siglo esta distribución básica y duradera (la familia nuclear) comenzó a cambiar a la velocidad del rayo” y es justamente en los años sesenta donde esta tendencia se acelera. En Inglaterra, donde transcurre el film, llegaría a haber para el final de los años setenta 10 divorcios por cada 1000 parejas casadas. Pero no sólo eso, la cantidad de gente que vivía sola también comenzó a dispararse: “Gran Bretaña permanecería estable durante el primer tercio de siglo, 6 por cada 100 habitantes de todos los hogares. Pero de 1960 a 1980 ese porcentaje se duplicó pasando del 12 por 100 al 22 por 100.” 
El drama personal de Poitier pasa más bien por su inserción laboral en el mundo: quería conseguir trabajo de Ingeniero, y terminó siendo maestro. La familia se encontraba en retirada como bien expresa el diálogo entre Poitier y su alumna, quien prácticamente no frecuenta su casa y está enojada con su madre. Y es que la crisis de la familia estaba vinculada a importantes cambios en las actitudes acerca de la conducta sexual, la pareja y la procreación. La alumna le dice a Sydney “Somos la generación más afortunada, somos los primeros en ser libres y disfrutar de la vida” y sin embargo se queja de la gran libertad de su madre de llevar hombres a su casa motivo por el cual no le habla.

Ahora bien, como dijimos antes, la película resulta de una bajada de línea espantosa. Poitier, cansado de ser la víctima de sus alumnos, arroja todos los libros a la basura, aduciendo que no los necesitan, y bajo lo que sería un modelo Rogereano les propone hablar de cualquier tema, no importa el que sea…Eso sí, para proponerse a él mismo como modelo.

Y aún con los valores familiares en plena decadencia, la restauración conservadora no tardará en llegar: “Las mujeres deben probar que merecen la cortesía que reciben.” En pleno apogeo de la liberación sexual declama: “Pronto pensarán en novios y maridos” y  “A ningún hombre le gustan las golfas", “Sólo los de peor calaña se casarían con ustedes” y "hay mucha competencia para conseguir marido”. Tanta libertad para eso.
“Toda moda es una forma de rebeldía". Todavía no existía "Fashion TV", claro está. “Es su deber cambiar el mundo”: muy revolucionario pero, ojo, “si pueden” y para tornarlo más imposible agrega “No con violencia, pacífico”. Y si por si a alguno le quedaran dudas del carácter reaccionario de la película agrega “individualmente”, no vaya ser que se amotinen. Hace una clase de cocina en el aula para decirles que se puede comer sano aunque sean pobres. Los alumnos le preguntan si ha estado muy arruinado. Él responde que muchas veces. Los chicos se sorprenden. “Es como nosotros pero no lo es”, “Sólo se que les enseño mi verdad y la verdad da un poco de miedo” Y si, da miedo.

Siguiendo a Georg Cantor podríamos decir que entre el docente y los alumnos existe la mediatización de un código compartido, donde los mismos signos remiten a los mismos referentes. Ese código es lo que volvería consistente el vínculo entre dichos interlocutores. Es decir, son iguales ante el código, son iguales ante la ley.”Las máximas con que se instruyeron generaciones de ciudadanos, igualdad ante el conocimiento, igualdad de oportunidades igualdad ante la ley” siguen vigentes.

Y son precisamente estas máximas las que aparecen en retirada en la película francesa Entre los muros, basada en la experiencia de un profesor en un secundario de los suburbios. Su título hace referencia de alguna manera a las prácticas disciplinarias de encierro. Pero los muros ya no contienen a nadie. “En la sociedad informacional ya no hay lugares sino flujos” y éstos barren con todas las posiciones, para que se produzca el dispositivo pedagógico que permitiría la constitución de la conciencia.

Sus alumnos no prestan atención y se les dificulta la concentración dada la velocidad del flujo informacional, y de la pérdida de regularidades y estabilidades necesarias. Se ha perdido la posibilidad de comunicación. El pensamiento se torna anecdotario como en la escena donde el profesor intenta explicar el significado de la palabra 'suculento', y queriendo dar un ejemplo de una casa de comidas, el alumno termina hablando del menú. Sus alumnas, por otro lado, se quejan de que no usa en sus ejemplos nombres árabes. Y él termina dándoles el gusto: y es que las palabras devienen superfluas si los contextos mutan permanentemente.

Toda la película versa de alguna manera sobre la imposibilidad de comunicarse. ¿Qué es acaso hacer un vocabulario sino un intento por establecer un código en común? En una escena les pide que hagan un retrato personal y los alumnos se resisten argumentando que no tienen nada para contar. En este sentido, Giorgio Agamben nos recuerda que ya Walter Benjamin había diagnosticado la pobreza de las experiencias del hombre moderno. Estos alumnos aparecen privados de su biografía. Acaban de leer el diario de una adolescente, Anna Frank, pero aun así, esto mismo no se constituye en ejemplo de acontecimientos que ellos mismos podrían contar: sólo comen, van a la escuela y duermen, no tienen setenta años como para contar algo. Ninguno se considera dotado de la autoridad suficiente para garantizar una experiencia. Y aunque dispusieran de ella, son hijos de inmigrantes ilegales, perseguidos, marginados... tampoco estas experiencias se constituyen como el fundamento de la autoridad que les permitiría contarlas.

Si tenemos que plantear una contraposición con las películas anteriormente analizadas, la primera observación que uno podría hacer es que Entre los muros es francesa. Y éste para cualquier cinéfilo no debería ser un dato menor. Por otro lado, tanto en Blackboard jungle como en Al maestro con cariño, el profesor comienza 'con el pie izquierdo' y la solución advendrá por derecha: normas de conducta, bajadas de línea moral, etc., hasta lograr que sus alumnos lo adoren e idolatren. En la vereda de enfrente, en Entre los muros el profesor comienza creando cierto vínculo interesante con uno de los alumnos más conflictivos, para terminar con la expulsión del mismo. Ni qué hablar de sus alumnas que quieren mandarlo a un Consejo Escolar por haber tratado de puta a una de ellas. La película termina con los profesores y alumnos jugando un partido de fútbol en el patio, pero lejos de ser una señal de esperanza, la escena final es un aula vacía. Como diría el famoso pensador contemporáneo Oji Junco “Todo esta re mal con vos”.

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