Obra: "Un informe sobre la banalidad del amor"

Viernes y sábados a las 20:30 hs.
Teatro El Tinglado (Mario Bravo 948)
Localidades: $100.-

Por Rocío Mariel González

Hannah Arendt y Martin Heiddeger, dos de los filósofos más importantes del siglo XX, tuvieron una compleja relación. Durante los turbulentos años de la República de Weimar surge entre alumna y maestro una relación amorosa, en parte interrumpida por la llegada del nazismo, aunque no completamente. Él, respetado catedrático, cree ver en Hitler a un líder que unificará a la nación alemana. Ella, una brillante estudiante judía, ve en cambio a un fanático que culpa a los de su religión por todos los males.

La obra escrita por Mario Diament, con dirección general de Manuel Iedvabni, y protagonizada por Alejandra Darín y Osmar Nuñez, plantea cinco encuentros desde 1925 hasta 1950. Estos encuentros se realizan en una oficina en la Universidad de Marburgo en 1925; una habitación de hotel, en la misma ciudad, un año después; un banco en un plaza de Berlín en 1930; otro cuarto de Marburgo en 1933 y un café de Friburgo, a comienzos de 1950. Tres ambientes, convertidos en espejo de esta fascinante relación. La cama y el escritorio, en el fondo del escenario hacia la izquierda y la derecha representan espacios compartidos y privados: el amoroso y el intelectual. En medio y hacia el frente, una banco de plaza: es el espacio de lo público, donde ya no hay comunión, sino sólo distancia. Sirven de marco en el cual estos personajes nos hacen vivenciar el ascenso, apogeo y caída del nazismo.

El libro más célebre de Arendt, "Informe sobre la banalidad del mal" sirve de guiño para el título de esta pieza teatral, donde se trata de arrojar luz sobre lo que parece un amor incomprensible: un simpatizante del nazismo con una mujer judía. En este sentido es más que interesante el uso de las proyecciones entre escenas, donde unos "catedráticos" (interpretados por Ingrid Pelicori, Horacio Roca, Marta Bianchi y Héctor Bidonde) analizan y juzgan, en igual medida, las posturas políticas e ideológicas de los involucrados. Es la mirada del espectador en escena, quien intelectualiza y contextualiza lo irracional del amor.

La pieza no está exenta de paralelos con la realidad argentina (de la última dictadura, pero también de la crisis del 2001) para quienes quieran leer entre líneas cuando se habla del contexto de la Alemania nazi. Y es precisamente esa fuerza semántica lo que hace que esta obra esté en su tercera temporada y siga a sala llena.

Queda la sensación de una mujer que idealiza a su primer amor: un hombre maduro, en su momento intelectual más fértil (Heidegger estaba escribiendo "Ser y tiempo" cuando la conoce). Ella sostendrá este sentimiento pese a lo que la 'realidad' le muestra: un hombre casado que se niega a perder su posición privilegiada, simpatizante de ideas totalitarias. En este sentido hay una escena paradigmática, donde ella cuenta que ve en un periódico parisino una imagen de él rodeado de nazis, donde le resultaba imposible asociar el recuerdo que tenía en su mente con el hombre de la foto. De él queda la sensación de un hombre débil, (auto)engañado, quien se aísla y niega la realidad para no aceptar las consecuencias de sus acciones y omisiones. Pero más allá de la tremenda humanidad con que estos personajes son tratados, con sus falencias y aciertos, queda colgando en el aire una frase: más que banalidad del amor, la pieza reflexiona sobra "la amoralidad del amor".

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