"El décimo infierno" de Mempo Giardinelli en Pantalla Pinamar

Por Rocío Mariel González

El décimo infierno es, como tantas obras cinematográficas, una transposición de una novela. En este caso, el co-guinista y co-director es el mismísimo autor, Mempo Giardinelli, quien contó con la ayuda del colombiano Juan Pablo Méndez Restrepo para la realización de su ópera prima. El resultado es una obra despareja, con aciertos parciales, donde el fantasma de una obra literaria tan poderosa jugó en detrimento del material cinematográfico.

En una ciudad del Nordeste Argentino, Alfredo y Griselda, deciden matar al esposo de ésta. Una vez tomado ese camino no habrá retorno y los múltiples asesinatos generan una espiral de violencia y desesperación. Rodada íntegramente en escenarios naturales del Chaco y de Corrientes, la película es una suerte de road movie acerca de la decadencia moral de la clase burguesa.

Claramente Giardinelli es un hombre de letras muy culto, con referencias al Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri, a la mitología clásica (donde el río es un lugar de purificación o de condena, pero fundamentalmente lugar de ritos de pasaje - y es precisamente allí donde cambia la suerte de los protagonistas). Sin embargo, hay problemas en la construcción del guión, donde los personajes no están lo suficientemente desarrollados, donde los conflictos por los que atraviesan carecen de una justificación interna al film. Por otro lado hay un abuso de ciertos recursos, como la metáfora del fuego.

Debido a estas fallas de guión, es que las actuaciones de Patricio Contreras y la bellísima Aymará Rovera no terminan de lucirse. Con todo, el ritmo de la película está bien llevado y es más que destacable el trabajo de la música a manos de Raúl Barboza.

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