Woody Allen: Conocerás al hombre de tus sueños

Por Rocío González

Guión y dirección: Woody Allen || Intérpretes: Anthony Hopkins, Gemma Jones, Naomi Watts, Josh Brolin, Pauline Collins, Lucy Punch, Antonio Banderas, Freida Pinto || Estreno en Buenos Aires: 3 de febrero de 2010 || Duración: 98 min.

Woody Allen vuelve con una comedia negra, donde el mito del oráculo articula todo el relato. El hombre, miserable, trata de escapar de lo que presiente es su destino haciago, y en ese intento se vuelve aún más miserable.

Alfie (Anthony Hopkins) deja a su esposa de toda la vida, Helena (Gemma Jones), porque según ella, no soportaba que le dijera siempre la verdad. Frente a este abandono, Helena intenta suicidarse, pero luego encuentra la esperanza en nadie menos que la farsante pitonisa Cristal (Pauline Collins). Ironía woodiana si las hay, la mujer que decía la verdad brutal, se cree las mentiras brutales. A su vez, Alfie se casa con la joven y casquivana Charmaine (Lucy Punch), entrando rápidamente en un círculo vicioso que incluye la bancarrota y mucho Viagra. La hija de ambos, Sally (Naomi Watts) está casada – y atascada- con Roy (Josh Brolin), un médico no matriculado devenido en escritor de un solo éxito literario y bloqueado desde entonces. Cuando las cosas comienzan a ir mal en este matrimonio ella se ilusionará con su jefe Greg (Antonio Banderas) y él con su exótica vecina Día (Freida Pinto).

Es por demás interesante el juego de espejos y espejismos que Allen construye con su último film: mientras Alfie queda enceguecido por la belleza exterior, Helena queda cegada por una falsa espiritualidad más cercana al espiritismo; tanto Sally como Roy se dedican a las artes y quedan fascinados por extranjeros (Greg es hispano, Día es hindú).

Y todos, absolutamente todos los personajes, desean lo que no poseen y otros sí. Ese objeto de deseo, al mejor estilo lacaniano, es un significante vacío. El punto no es desear esto o aquello, el punto es engañarse de que eso que deseamos es la solución a todos nuestros problemas: una mujer más joven, la existencia de vidas pasadas, un affaire con el jefe o con la vecina de enfrente, abrir un negocio propio…

Sobre la base de este engaño fundamental, que ha dado de comer a las pitonisas desde comienzos de la humanidad, Woody Allen va descubriendo a sus personajes, a los que va haciendo desmoronarse frente a los ojos del espectador. Con el ritmo impecable de todas sus películas y sus guiones perfectos, Conocerás al hombre de tus sueños (You will meet a tall dark stranger, 2010) termina justo donde debe terminar: en el más absoluto nihilismo. 

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