DVD: Wim Wenders "El estado de las cosas"

Por Emiliano Basile

El sello Emerald edita El estado de las cosas (Der stand der dinge, 1982) de Wim Wenders, un filme sobre le mundillo del cine al que todo director/autor (como Wenders) accede alguna vez.

Friedrich Munro, un director de cine apodado Fritz, está a la espera de fondos para concluir el rodaje de su próxima película. Ahí, en el medio del plató, se encuentra con todo su equipo de filmación. Un buen día decide ir a Estados Unidos a buscar al desaparecido productor norteamericano con el que vivirán una extraña aventura.

Lo más interesante de El estado de las cosas es la multiplicidad de citas cinematográficas que incluye, toda una declaración de principios de la obra de Wenders. A saber, el protagonista se llama Friedrich Munro en alusión a Friedrich Wilheim Murnau, director de La última carcajada (Der letzte mann, 1924) y Amanecer (Sunrise, 1927) considerado uno de los genios del cine alemán que murió misteriosamente en Hollywood, la misma suerte que correrá Munro.

Otra de las citas es la significativa aparición de Roger Corman director y productor de cine Clase B como La tiendita del horror (The little shop of horrors, 1960) y Samuel Fuller, director de Casco de acero (The steel helmet, 1951) entre otras. El viaje que el protagonista realiza a Estados Unidos en busca de su productor propone el recorrido hecho por John Wayne en Más corazón que odio (The searchers, 1956) cuyo título original significa algo así como “los buscadores”.

Pero la más importante y resonante de las citas quizás sea la búsqueda de “un padrino” en Hollywood, en clara referencia a Francis Ford Coppola quien, en 1982, todavía era considerado el responsable de reinventar al cine norteamericano. Coppola había contratado a Wenders para filmar en Hollywood y terminaron peleados por diferencia de criterios. Wenders asume el rol de artista alemán incomprendido y expone su propia experiencia en El estado de las cosas.

Si hay que concluir temáticamente de qué va El estado de las cosas, podríamos decir que es otro exponente del cine moderno, de ese al que Wim Wenders adora representar. La muerte del cine narrativo tal como Hollywood lo concibe y la necesidad de dar lugar a nuevas representaciones cinematográficas más acordes a los tiempos que –recordemos que estamos en 1982- se acercaban.

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